COSAS QUE DEBES SABER SOBRE...    

 


                                                                                              

Adopción internacional: adaptación al nuevo entorno

Adopción internacional: consulta médica preadopción

Ictericia del recién nacido

Llanto del bebé

Obesidad infantil

 


 

 

 

NIÑOS ADOPTADOS EN OTROS PAÍSES Y SU ADAPTACIÓN AL NUEVO ENTORNO.

 

Dr. Gonzalo Oliván Gonzalvo.

Director del Centro de Pediatría y Adopción Internacional de Zaragoza.

Responsable de los Servicios de Pediatría y Adolescencia del Instituto Aragonés de Servicios Sociales.

 

Entrevista realizada por:

Puig C. & Clotet S.

Facultad de Humanidades (Licenciatura de Periodismo: Periodismo Especializado).

Universidad Internacional de Cataluña.

 

- ¿Cuáles son las secuelas psicológicas más comunes en los niños adoptados de otros países?

La mayoría de los niños adoptados en el extranjero no presentan secuelas psicológicas o únicamente manifiestan leves trastornos afectivo-emocionales y del comportamiento que desaparecen espontáneamente en las primeras semanas de convivencia en el nuevo hogar.

Sin embargo, en aquellos niños con una historia de institucionalización prolongada, que han sufrido malos tratos y/o que han sido adoptados por encima de los 6 años de edad, se observa con relativa frecuencia el denominado “síndrome del niño post-institucionalizado”. Este “síndrome” está originado por la confluencia de diversos factores negativos en edades muy tempranas, como carencias en la alimentación, afectividad, cuidados, supervisión, estimulación sensorio-motora y atención sanitaria. En los niños mayores, se añade la carencia de experiencias educativas.

Este “síndrome” se puede manifestar por la presencia de trastornos de la conducta, trastornos del sueño, trastorno reactivo de vinculación, retraso global o de áreas específicas del desarrollo psicomotor, dificultades de aprendizaje, déficits cognoscitivos y retrasos del lenguaje. Los casos más graves pueden manifestar, además, trastorno de estrés post-traumático, trastorno de déficit de atención con / sin hiperactividad y trastorno de depresión mayor.

Hay que tener presente que, en un número significativo de estos menores, las manifestaciones clínicas del “síndrome del niño post-institucionalizado” pueden estar enmascaradas o agravadas por la existencia de secuelas psicopatológicas debidas a una exposición prenatal al alcohol u otras sustancias y a la exposición ambiental postnatal a pesticidas o plomo.

 

- ¿Suelen presentar muchos problemas de adaptación en su escolarización?

De la misma forma que se pueden producir problemas de adaptación en el nuevo hogar, también se pueden producir problemas de adaptación en su escolarización. De hecho, estos problemas los observamos con mayor frecuencia, y especialmente en aquellos niños adoptados por encima de los 4 años de edad. Estos problemas de adaptación escolar se deben fundamentalmente a los déficits cognoscitivos que acarrean, a comportamientos de aislamiento y autoprotección adquiridos durante la institucionalización, y a retrasos en la adquisición y desarrollo del nuevo idioma.

Por ello, aconsejamos que la introducción en la sociedad y, en particular, en el sistema escolar, debe ser gradual y ocurrir en el transcurso de semanas o meses (según las características de cada niño), ya que el enviar a un menor post-institucionalizado inmediatamente a la escuela puede ser causa de problemas de socialización. También recomendamos que en cuanto se detecten los primeros problemas de adaptación escolar se tomen precozmente medidas de apoyo pedagógico, logopédico y/o psicológico. Solo cuando estos problemas se prolongan en el tiempo se hace necesaria una evaluación profunda y específica por expertos.

 

- Por los casos que usted haya tratado, ¿sufren los niños un especial rechazo en la escuela por parte de sus compañeros?

No he observado en ninguno de mis pacientes un especial rechazo en la escuela por parte de sus compañeros. Esto no quiere decir que en algunos casos no lo pueda haber, especialmente en niños adoptados en edades tardías en los que por su retraso en la comprensión del nuevo idioma o por el déficit cognoscitivo que acarrean puedan ser objetivo de burla o rechazo por sus compañeros.

 

- ¿Cuáles son las principales enfermedades que padecen estos niños al llegar a España?

La mayoría presentan retrasos y trastornos leves o moderados del desarrollo madurativo psicomotor y del lenguaje, retraso del crecimiento, trastornos nutricionales deficitarios, enfermedades dermatológicas, trastornos dentales y enfermedades infectoparasitarias, entre las que destacan las parasitosis intestinales y la infección tuberculosa latente. Estos problemas de salud, habitualmente, se han solucionado o recuperado tras el primer año de convivencia con la familia adoptiva.

Sin embargo, hay que tener presente que alrededor de un 10% presenta serios problemas de salud física o mental, en muchas ocasiones no detectados, reconocidos o sospechados antes de la adopción. Destacan el síndrome alcohólico fetal, trastornos globales y severos del desarrollo madurativo, trastornos emocionales y psicopatológicos, problemas de visión y audición, anomalías congénitas prenatales, endocrinopatías, hemoglobinopatías, e infecciones por los virus de la hepatitis B o C.

Estas enfermedades están originadas principalmente por la existencia de tres factores de riesgo. Primero, por el hecho de vivir institucionalizados, en unos entornos y ambientes inapropiados en los que reciben unos cuidados caracterizados por una deprivación nutricional, afectiva y psicosocial, y por una atención médica preventiva y curativa ausente, limitada o no especializada. Segundo, por las secuelas físicas y psicológicas producidas por los diversos motivos que condujeron a la institucionalización (abandono en edad temprana, negligencia cronificada en todas las áreas, maltrato físico, sexual y/o emocional, explotación, etc.). Y en tercer lugar, por las secuelas físicas y neurosensoriales producidas por factores previos a la institucionalización, entre los que sobresalen el antecedente de maltrato prenatal (ausencia de cuidados prenatales, infecciones de transmisión vertical, consumo de drogas, alcohol y/o tabaco, etc.), el hecho frecuente de nacer prematuro, de bajo peso y/o sin atención médica, el ausente o inadecuado cuidado médico preventivo y/o terapéutico de las enfermedades, la existencia de enfermedades infecciosas endémicas y problemas de salud ambiental del país de origen, y los problemas de salud heredados monogénicamente en determinadas razas o etnias.

 

- ¿Estos niños presentan problemas en la alimentación? ¿El cambio de alimentación afecta a su organismo? ¿Deben seguir alguna dieta específica o no es necesario y pueden consumir productos de nuestro país sin problemas?

Los problemas en la alimentación es uno de los trastornos más frecuentemente observados en los niños recién llegados a un nuevo hogar procedentes de una adopción internacional. Hasta un tercio de los niños, especialmente los procedentes de orfanatos, presentan problemas con la alimentación caracterizados por comer demasiado, acaparar y esconder alimentos, tragar sin masticar, malos modales al comer, rechazar los alimentos por sus texturas (especialmente los sólidos) y olores, dieta muy repetitiva, etc.

Debemos tener presente las experiencias pasadas por estos niños (muchos han pasado hambre o nunca han experimentado la sensación de saciedad, creando conductas de supervivencia para conseguir comida) y que los orfanatos no suelen ser los lugares mas indicados para desarrollar unos hábitos correctos de alimentación. Estos problemas en la alimentación pueden durar algún tiempo llegando a crear tensiones en la familia. Tiempo, paciencia, cariño, e introducción gradual de texturas de alimentos y de nuevos grupos de alimentos ayudará a la mayoría de los niños, pero algunos pueden necesitar consejo y terapia profesional.

Respecto a si el cambio de alimentación va a repercutir en su organismo, desde luego que sí, y además de una forma muy positiva y, en ocasiones, espectacular. La introducción de alimentos ricos en proteínas, calcio, hierro, zinc, flúor y vitaminas (que son de los que carecía en su país de origen) va a inducir una recuperación de los retrasos de crecimiento, una mejoría de los retrasos y trastornos leves o moderados del desarrollo madurativo psicomotor, y va a facilitar la resolución de anemias, raquitismos, enfermedades de la piel, pelo, uñas, encías, dientes, etc., que presentaban a su llegada a nuestro país.

Son pocos los niños que presentan intolerancias o alergias alimentarias (a la lactosa, a las proteínas vacunas, etc.). Aunque este problema puede afectar a cualquier niño, lo observamos con mayor frecuencia en los procedentes de países del  África tropical y del este y sudeste de Asia. Únicamente en estos casos se deben seguir dietas específicas.

 

- A nivel afectivo, ¿qué consejos se les pueden dar a los nuevos padres?. ¿Deben preocuparse si el niño/a no corresponde a sus muestras de cariño?

Aconsejamos que desde el primer contacto con el niño le ofrezcan cariño y entrega, pero que tengan paciencia, sean prácticos y eviten el estrés. En los primeros momentos, es frecuente que los padres estén preocupados porque sus afectos se vean rechazados. Deben tener presente que el niño puede no asimilar una situación muy afectiva porque nunca antes la había recibido o porque su área cognoscitiva no la percibe con claridad, lo que le provoca una reacción de “estar a la defensiva”. Los padres deben ser conocedores y estar preparados para esta potencial experiencia provocativa del menor. Solo cuando esta “actitud defensiva” del niño se prolonga en el tiempo se hace necesaria una evaluación por expertos.

 

En Zaragoza a 4 de noviembre de 2004

 

 

ADOPCIÓN INTERNACIONAL. LA CONSULTA MÉDICA PREADOPCIÓN.

 

En la última década, el fenómeno de la adopción internacional se ha incrementado de una manera significativa en nuestro país. Los países desde donde proceden estos niños se caracterizan por su pobreza económica, precariedad higiénico sanitaria y falta de respeto de los derechos del menor. Esto provoca que los niños procedentes de estos países presenten mayor morbilidad general, enfermedades por privación física y emocional y enfermedades infecciosas agudas y crónicas. Los aspectos médicos relacionados con la adopción internacional requieren una especial sensibilidad y unos conocimientos específicos. Muchas familias adoptivas y especialistas en adopción internacional han observado que las recomendaciones y evaluaciones de salud preadopción y postadopción deberían ser realizadas por un pediatra especializado en adopción internacional o en colaboración con éste.

 

Los datos de interés sanitario del niño. Es esencial la revisión de todos los datos disponibles del niño. La evaluación e interpretación de los datos, historiales e informes médicos existentes puede servir para identificar la existencia de problemas médicos, la necesidad de evaluaciones y tratamientos médico-quirúrgicos y la existencia de factores de riesgo que afecten su desarrollo a corto, medio o largo plazo. Hay que tener presente que la información clínica disponible en muchos casos, cuando existe, ofrece deficiencias o está anormalmente adulterada, como sucede con los adoptados procedentes de China, Rusia y este de Europa. Por ello, los padres que han decido llevar a cabo una adopción internacional deben realizar con antelación una consulta médica preadopción donde reciban información sobre los datos de interés sanitario que deberían obtener del niño que les ha sido asignado. Los datos de interés médico más importantes que se deben obtener de un niño que va a ser adoptado en el extranjero son:  la fecha y lugar de nacimiento, la edad, el motivo y el lugar de institucionalización; los antecedentes perinatales y neonatales, como la edad gestacional, el tipo de parto, el test de Apgar, peso, talla y perímetro cefálico, la “prueba del talón” para descartar endocrino-metabolopatías congénitas, así como la existencia de patologías al nacimiento y el tratamiento administrado; la evolución longitudinal del crecimiento físico y del desarrollo psicomotor y neurosensorial; las enfermedades padecidas antes y durante su estancia en la institución y las que padece en la actualidad con las pruebas de laboratorio, evaluaciones médicas, intervenciones quirúrgicas, transfusiones de sangre y/o tratamientos médicos realizados; la existencia de alergias, intolerancias a medicamentos o alimentos y las vacunas administradas. También sería de interés obtener información sobre hábitos de alimentación, higiene, juego, sueño y control de esfínteres, así como aspectos de la conducta, del desarrollo socioemocional y del lenguaje. No olvidar que la obtención de información sobre los antecedentes sanitarios disponibles de la familia biológica del niño, especialmente de la madre, podrían servir para identificar factores de riesgo. Finalmente, la realización de material visual del niño puede ser útil para la identificación de retrasos o trastornos del desarrollo, signos de enfermedad neurológica y/o defectos genéticos.

 

Los posibles problemas de salud.  Es necesario explicar a la familia los problemas potenciales de salud que puede presentar el niño. Los problemas de salud de los niños adoptados en el extranjero se relacionan fundamentalmente con la inexistencia de cuidados prenatales o la existencia del antecedente de maltrato prenatal, el abandono en edad temprana, el maltrato físico, la negligencia física y emocional, el abuso sexual, la pobre nutrición y/o las deficientes condiciones higiénico sanitarias sufridas previo al abandono. A estos factores hay que añadir la inmunosupresión secundaria a la mala nutrición, las enfermedades infecciosas endémicas de su país, las condiciones de vida de subsistencia, la falta de estímulos, los cuidados médicos ausentes o inadecuados durante su permanencia en la institución y los efectos de la institucionalización.

 

El viaje al extranjero. En la medida de lo posible, la familia debe recibir información sobre todos los aspectos relacionados con el viaje que va a emprender, incluyendo la identificación de riesgos, el modo de evitarlos, el cumplimiento de los medios preventivos factibles y la orientación acerca de los lugares a los que acudir en caso necesario. En general, el riesgo de adquirir una enfermedad transmisible depende del país visitado, las condiciones y duración del viaje, la estancia en zona rural o urbana y de otros factores personales, tales como edad, sexo, inmunizaciones previas, el estado de salud actual y los antecedentes médicos. En dependencia de dichos factores y del tiempo disponible hasta el inicio del viaje, se recomendará una pauta individualizada de vacunaciones. Dado que los trámites y duración del viaje de regreso pueden ser prolongados, es útil que los padres preadoptivos lleven de su país de origen lo indispensable para los cuidados básicos del niño y una serie de medicamentos para resolver los problemas más frecuentes. Esta información debe ser dada por escrito, especificando la dosificación del medicamento y los síntomas o la enfermedad para la que se debe administrar. Es útil disponer de un teléfono de contacto con un pediatra especializado de su país de origen para consejos urgentes.

 

* Niños de Hoy 2002 (Nº 2) 

 

 

ICTERICIA DEL RECIÉN NACIDO

 

1.      Se define la ictericia como la coloración amarillenta de la piel y mucosas ocasionada por el depósito de bilirrubina. La bilirrubina es el producto resultante de la degradación de la hemoglobina de los hematíes (glóbulos rojos). La ictericia es el trastorno más frecuente en el periodo neonatal, apareciendo en el 75% aproximadamente de los recién nacidos (en el 62 % de los recién nacidos a término y en el 80 % de los bebés prematuros). En la mayoría de los casos se trata de la llamada “ictericia fisiológica”, que es asintomática, poco intensa, fugaz y sin afectación del estado general. Sin embargo, entre un 6 a 8% de los casos la ictericia tiene significación patológica.

 

  1. La causa inmediata de toda ictericia es el aumento de la concentración de bilirrubina en la sangre (bilirrubinemia). Sólo cuando la bilirrubinemia sobrepasa la cifra de 5-7 mg/dL aparece la ictericia clínica. En la “ictericia fisiológica” la causa radica básicamente en dos factores. El primer factor es el incremento de la producción de bilirrubina debido a la destrucción del exceso de hematíes que presenta el recién nacido. Durante la etapa fetal necesitaba un mayor número de hematíes para poder captar mayor cantidad de oxígeno de la sangre materna, hematíes en exceso que ya no precisa tras instaurarse la respiración normal al nacimiento. El segundo, y principal factor, es la limitada capacidad del hígado del recién nacido, debido a su inmadurez, para metabolizar el exceso de bilirrubina producida y hacerla apta para su eliminación renal. La bilirrubina se estanca en la sangre, atraviesa los capilares y entra dentro de las células depositándose en todos los tejidos, en especial en la piel y mucosas, dando lugar a su coloración amarillenta. Las causas de una “ictericia patológica” son múltiples y complejas, destacando: las ictericias hemolíticas (p. e. incompatibilidad materno-fetal del grupo sanguíneo y/o del sistema Rh), las ictericias por infecciones congénitas (p. e. sepsis estreptocócica), las ictericias por obstrucción orgánica de las vías biliares (p. e. atresia de las vías biliares), las ictericias por hepatopatías connatales (p. e. síndrome de Crigler-Najjar) y las ictericias por endocrinometabolopatías (p. e. hipotiroidismo congénito).

 

3.      Al hablar de ictericia del recién nacido en primer lugar hay que averiguar que tipo de ictericia se trata, es decir, si es “fisiológica” o “patológica”. Para ello, hay que determinar: el momento de aparición, el tipo clínico y su progresión (“rubínica” o de color rojizo-amarillento, “flavínica” o de color amarillo, “verdínica” o de color amarillo-verdoso), la intensidad, es decir, la cifra de bilirrubina sérica total y de sus fracciones directa e indirecta, la duración y la presencia de signos o síntomas asociados. Los criterios que ayudan a excluir el diagnóstico de “ictericia fisiológica” y pensar que nos encontramos ante una “ictericia patológica” son: la aparición en las primeras 24 horas de vida, el aumento rápido y progresivo al tipo clínico flavínico o verdínico, una cifra de bilirrubina total superior a 13 mg/dL en el recién nacido a término y a 15 mg/dL en el prematuro (hasta 15,5 mg/dL si reciben lactancia materna) con una cifra de bilirrubina directa superior a 2 mg/dL, la duración superior a 1 semana en el recién nacido a término y a 2 semanas en el prematuro y la existencia de signos o síntomas asociados.

 

  1. El riesgo principal de la ictericia neonatal precoz e intensa es la aparición de la denominada “encefalopatía bilirrubínica” en sus diferentes formas clínicas: la “encefalopatía bilirrubínica transitoria” caracterizada por signos y síntomas neuromusculares de intensidad variable, que desaparecen sin dejar secuelas, aunque en la edad escolar son posibles trastornos neuropsíquicos menores, y la “ictericia nuclear genuina” caracterizada por graves trastornos neuromusculares y respiratorios que provoca la muerte o, si sobrevive, deja secuelas psíquicas y neurológicas severas (parálisis cerebral, oligofrenia, sordera, etc.).

 

5.      La “ictericia fisiológica” generalmente no precisa tratamiento. Las medidas preventivas más usadas son: la alimentación precoz y en tomas frecuentes del recién nacido, la existencia de luz ambiental abundante en las salas de recién nacidos, la fototerapia (útil durante 12-24 horas en los recién nacidos de bajo peso, cuando la bilirrubinemia alcanza los 10 mg/dL, para prevenir su aumento), la profilaxis de la hepatitis B con gammaglobulina hiperinmune y vacuna antihepatitis B y la prevención de la enfermedad hemolítica con gammaglobulina anti-D. El tratamiento, cuando es preciso, se basa en una serie de medidas generales y otras dependientes de la causa de la ictericia. Las medidas generales pretenden facilitar la transformación y la eliminación de la bilirrubina, modificar la insuficiencia hepática y evitar la evolución a cuadros graves, precoces (p. e. encefalopatía bilirrubínica) o tardíos (p. e. cirrosis). Estas consisten en: medidas higiénicas (ambiente térmico adecuado, luz natural abundante), dieta con leche rica en aminoácidos esenciales y pobre en grasas, mantener una buena hidratación enteral o parenteral, fototerapia continua, administración de activadores enzimáticos (p. e. fenobarbital), quelantes, albúmina sérica humana y vitaminas (K, A, D, C, complejo B, E). La administración de antibióticos es aconsejable cuando se sospecha una causa infecciosa y la administración de corticoides es beneficiosa en las ictericias colestáticas. La exanguinotransfusión estará indicada siempre que la bilirrubina sérica sobrepase unos valores protocolizados en dependencia de las horas de vida, edad gestacional y peso al nacimiento. Las medidas específicas según la causa de la ictericia pueden incluir el tratamiento quirúrgico o el trasplante hepático.

 

  1. Ante todo recién nacido con ictericia hay que averiguar si es fisiológica o patológica” realizando los estudios clínicos y analíticos pertinentes en el centro hospitalario. Si los resultados de dichos estudios son concluyentes de que se trata de una “ictericia fisiológica” con unos niveles de bilirrubinemia normales, el recién nacido podrá ser dado de alta. Se informará a la familia de la naturaleza del proceso, de las medidas preventivas a tomar y de la conveniencia de consultar a su pediatra hacia el 10º día de vida o antes si surge alguna duda o problema. En los restantes casos, el recién nacido deberá permanecer en el centro hospitalario para su estudio, seguimiento y tratamiento.

 

  1. La “ictericia fisiológica” aparece generalmente a partir del segundo día de vida, siendo más manifiesta el tercer y cuarto día, para disminuir rápidamente, de modo que en la inmensa mayoría de los casos no es perceptible al octavo día. En aproximadamente un 5% de los casos de “ictericia fisiológica” el tinte amarillento de la piel y mucosas puede persistir hasta los doce días de vida. En los recién nacidos prematuros, además de ser más frecuente, también suele ser más intensa y de curso más prolongado debido a su mayor inmadurez hepática. Las conjuntivas es el primer lugar en que se aprecia y el último en que desaparece. La duración anormal (de 3 a 6 semanas) de la “ictericia fisiológica” es más frecuente en prematuros y recién nacidos de bajo peso, probablemente debido a la mayor inmadurez del hígado para metabolizar la bilirrubina. También se puede observar una duración anormal de la “ictericia fisiológica” en los niños alimentados al pecho, los nacidos en poblaciones de gran altitud sobre el nivel del mar, los recién nacidos sometidos a un ayuno prolongado o los que han padecido hipotermia. La visita al pediatra alrededor del 10º día de vida es un momento clave para poder evaluar si se trata de una “ictericia fisiológica de duración anormal” o si se trata de una “ictericia patológica”. Un recién nacido sin factores de riesgo evidentes con una ictericia prolongada debe ser sometido a un cuidadoso estudio protocolizado para determinar su causa.

 

* Embarazo Sano 2000 (Nº 20)

 

LLANTO DEL BEBÉ

 

1.      El llanto es para el bebé la única forma de comunicar sus necesidades fisiológicas y afectivas, y de expresar su malestar o sus emociones en los primeros meses de vida. El llanto es el lenguaje del bebé y, además, una forma de solicitar una demanda a los adultos y una forma de afirmar su personalidad.

 

  1. Existen estudios científicos que, a través del registro y análisis espectográfico y oscilográfico del llanto de muchos bebés normales y sanos, han podido diferenciar varios tipos de llantos, que se han denominado “llantos situacionales”, entre los que destacan el llanto al nacer o primer llanto, los llantos de dolor, el llanto de hambre y los gritos de placer. Estos llantos, si son vigorosos y no van acompañados de ningún otro signo, son señal de una excelente salud. Por el contrario, el sollozo y el llanto apagado puede indicar que el organismo se halla debilitado en algún punto o que el bebé presenta alguna enfermedad grave. También se han observado “llantos con características especiales” en bebés que presentan ciertas enfermedades como lesiones cerebrales al nacimiento y alteraciones de los cromosomas, como el síndrome del “maullido de gato” y el síndrome de Down.

 

  1. El “lenguaje” del llanto se puede diferenciar tanto por la tonalidad, intensidad y duración del llanto como por la expresión facial y corporal que adopta el bebé durante éste. Por ejemplo, en el llanto de dolor, la tonalidad, intensidad y duración es mayor que en el llanto de hambre. En el llanto de dolor existe una acusada tensión facial y corporal, que se manifiesta por unos ojos fuertemente cerrados, un entrecejo fruncido, unos brazos a menudo flexionados y unos puños apretados. Sin embargo, en el llanto de hambre la cara del niño está menos tensa y la postura de los brazos no tiene nada de notable.

 

  1. Por la singular relación que se establece entre la madre y su bebé en el transcurso del primer mes de vida, además de por necesidad y por el malestar que supone oír llorar a su bebé, a partir de las características del llanto la madre podrá ir descifrando si el mismo está ligado a hambre, sed, frío, calor, susto, dolor, molestias, sentirse mojado o sucio, deseo de ser cogido en brazos, deseo de mimos, etc. Si la madre ha respondido de forma adecuada al motivo del llanto de su bebé, éste responderá de forma satisfactoria y aprenderá a repetir el ciclo, manifestando su necesidad o emoción con el mismo tipo de llanto. Es así como empieza a desarrollarse un proceso de interpretación que será vital en la construcción del vínculo del bebé con su madre. Es un arte que se nutre del día a día con amor y paciencia. Es un aprendizaje y adaptación tanto del bebé como de su madre, su padre y el entorno familiar.

 

  1. Las causas del llanto son muchas. Resulta evidentemente imposible para un adulto saber con exactitud lo que un determinado bebé “siente” en un momento dado. Habitualmente un bebé llora cuando tiene necesidades fisiológicas (hambre, sed, frío, calor, higiene, etc.), cuando tiene necesidades afectivas (rabia, aflicción, satisfacción, mimos, etc.), cuando tiene molestias o dolor (cólicos, otitis, etc.) y cuando se asusta (ruido intenso, etc.). Sin embargo, durante los tres primeros meses de vida los lactantes pueden presentar episodios de llanto sin causa aparente justificada y hasta durante 1 a 3 horas al día. Con frecuencia este llanto se presenta hacia el final de la tarde y se asocia generalmente con la ansiedad y/o aumento de actividad en el hogar o con el estrés que supone el cansancio físico de la jornada en el bebé y en su entorno familiar.

 

  1. Los padres deben valorar adecuadamente los motivos por los que el bebé llora. Abandonarlo (“no cogerlo en brazos”) con la excusa de que es “caprichoso” o “molesto” puede tener consecuencias psicológicas tan malas como prestarle demasiada atención (“cogerlo en brazos siempre que llore”). El ideal consiste en que el bebé no se sienta nunca privado del afecto de sus progenitores, lo que no significa satisfacer todos sus caprichos, sino rodearlo de un clima de comprensión y de buen entendimiento. Puede ser suficiente sentarse al lado de la cuna y acariciarlo, cantarle una “nana”, balancearlo en la cuna/mecedora o darle un paseo en cochecito. Si todo esto fracasa, y la única manera de calmarlo es cogerlo en brazos, considero que durante los primeros meses de vida debe hacerse sin miedo a “malcriarlo”.

 

  1. Hay bebés más llorones o protestones que otros. En unos casos puede ser debido a que presenta de forma reiterada molestias físicas, como los cólicos del lactante. En otros casos, puede ser indicativo de una mala construcción del vínculo madre-bebé o la forma de expresar y/o de afirmar su personalidad. Un lactante de más de 4-5 meses de edad, que presentaba el antecedente de “cólicos del lactante” y que no desaparece pasada esta edad, debe ser motivo de consulta a su pediatra para descartar problemas de tipo digestivo y/o nutricional en el bebé, entre los que destacan la sobrealimentación, la aerofagia, la mala digestión y/o asimilación de principios inmediatos, la alergia o intolerancia a las proteínas de la leche de vaca y el reflujo gastro-esofágico, y problemas psicológicos en los padres (padres ansiosos, que se agobian fácilmente, inseguros en el manejo del bebé y con una inadecuada o mala interrelación con el bebé).

 

* Embarazo Sano 2003 (Nº 45)

 

 

OBESIDAD INFANTIL

 

1.      La obesidad es un grave problema de salud pública y la principal enfermedad en los países desarrollados. Es un proceso silente que comienza en la infancia.

 

2.      Se considera que un niño es obeso cuando su peso se encuentra por encima del percentil 95 del que corresponde a un niño de su misma talla y sexo o cuando su peso real es superior al 120% del ideal para su talla.

 

3.      Las principales causas de obesidad durante la infancia son la presencia de obesidad en los padres (factor genético), el consumo de una dieta desequilibrada, poco variada y con un exceso de calorías (factor nutricional) y el estilo de vida sedentario (factor ambiental). Los niños obesos necesitan una evaluación pediátrica para descartar la posibilidad de una causa física (síndromes genéticos y/o endocrinológicos), lo que ocurre en menos del 1% de los casos.

 

4.      Debemos prevenir y tratar la obesidad en los niños porque es un factor de riesgo para el desarrollo de complicaciones del crecimiento, cardiovasculares, ortopédicas, respiratorias, digestivas, dermatológicas, psicosociales, neurológicas y metabólicas. Además, alrededor del 70-80% de los niños obesos serán adultos obesos, momento en que la obesidad está íntimamente relacionada con la hipertensión, diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular.

 

5.      La prevención de la obesidad es más eficaz cuanto más temprana y fundamentalmente en niños con factores de riesgo. El objetivo principal del tratamiento es disminuir el peso corporal y la masa grasa, pero asegurando un crecimiento y desarrollo normales. El peso ideal debe mantenerse a lo largo del tiempo y para ello es necesario modificar la conducta alimentaria (reduciendo el número de calorías que se comen y estableciendo unos hábitos dietéticos saludables) y aumentar el nivel de la actividad física. Estos cambios conductuales no sólo deben tener lugar en el niño, ya que para que tengan éxito deben afectar a los diversos miembros de la familia.

 

* Primeros Años 2003 (Nº 14)